A continuación la respuesta del coautor de la primera fertilización in vitro en Argentina, sobre cuestiones de la legalización del aborto y consejos útiles.

En Argentina, el actual debate en torno a la legislación del aborto vuelve a poner bajo la luz el difícil y apasionante debate sobre la identidad del embrión humano y su dignidad. Luego de tantos años de trabajo en el campo de la medicina reproductiva, creo que lo primero que hay que comprender es la pluralidad de miradas en torno al tema (la mirada de la Ciencia, de la Fe, de la Filosofía y de la Ley), y la necesidad de hallar denominadores comunes entre las diferentes visiones existentes para arribar a acuerdos razonables y sustentables.

En primer lugar, está claro para mí que las cuestiones de Fe no son debatibles y menos para los expertos en los Tratamientos de Reproducción Asistida, pero no en Filosofía, Ética o Religión.

Quisiera aclarar un punto que me parece muy importante, debido a que popularmente se asume que los embriones de Laboratorio de Fertilización In Vitro son descartados. Tal como lo estipula el Código Civil, el descarte de embriones no está permitido en la Argentina.  Pero aún antes de su reforma, en Seremas –el centro de medicina reproductiva que dirijo–siempre hemos tenido una firme posición de respeto a la potencialidad de vida de un embrión. Por ello nunca hemos descartado embriones viables, y esto vale incluso para aquellos que se encuentran criopreservados; en casos en que los dueños de las gametas originarias de los embriones dejan de responsabilizarse de ellos por cualquier razón, en Seremas nos hacemos cargo de su cuidado y mantenimiento.

Es que no hay ninguna razonable duda de que los embriones obtenidos mediante Fertilización Asistida que se encuentran en el laboratorio (criopreservados, por ejemplo), constituyen vida humana y que merecen un respeto especial por su potencialidad. Tal vez pudiera discutirse que no configuran en ese instante de desarrollo una persona, pero sí lo serán como más tarde en el momento de la indivisibilidad. Es decir, cuando ya estén implantados en el endometrio de la mujer y no hay ninguna chance que se dividan dando lugar a dos gemelos de un mismo embrión. En otras palabras, cuando hayan adquirido la capacidad de la individualidad.

El corazón del bebé se desarrolla desde la 5ta. semana de gestación y antes a esta fecha es posible que no podamos percibirlos, lo cual es totalmente normal.

A diferencia de los animales, el desarrollo del cerebro humano es mucho más lento y continúa formándose durante la infancia, de todas maneras, hacia el final del 2do. trimestre del embarazo comienza a mostrar cierta actividad.

Mi opinión es que aún que el embrión humano sólo fuera vida humana, como mínimo posee un conjunto de derechos, entre otros, el derecho a la vida. El embrión posee un valor moral que reside en el hecho de que (a diferencia de otras células o conjunto de células) se va a convertir en una persona (si se dan ciertas circunstancias) y no en otra cosa. Esto genera una serie de obligaciones muy importantes; la más trascendente, respetar su vida.

De ahí que mi posición sea contraria al aborto. Desde el momento en que trabajo por la vida, pienso que en lugar de favorecer los abortos debería hacerse una política seria, responsable, drástica y muy decidida en materia de educación. Que contemple también el apoyo a las madres solteras, pero que por sobre todo facilite el acceso a todos los métodos anticonceptivos disponibles, de manera tal de lograr la anticoncepción en lugar del aborto. Hay dos sujetos vulnerables en esta situación, la madre y el embrión.

Podemos ayudar a ambos, pero ciertamente no mediante el aborto.