La epididimitis puede ser causada por un traumatismo en la zona (por ejemplo una patada o un pelotazo en los genitales), por bacterias, o incluso por el bacilo de la tuberculosis (epididimitis tuberculosa). Generalmente el dolor cede en un par de días, cuatro o cinco como máximo, pero la seriedad del cuadro está dada por las consecuencias.
El epidídimo es tan delgado que generalmente el proceso de curación lleva aparejado una fibrosis de la zona, que obstruye totalmente la luz del tubo epididimario. Esta obstrucción impide que los espermatozoides de ese testículo puedan pasar en su camino al exterior. Si ocurre en ambos epidídimos, el paciente quedará azoospérmico. El volumen del eyaculado no cambia, no es mayor ni menor, porque, como hemos dicho, el semen es fabricado por las glándulas anexas a los testículos, que son las vesículas seminales y la próstata. Es decir que el hombre que tiene ambos epidídimos obstruidos totalmente, no tiene espermatozoides (es azoospérmico) pero eyacula normalmente.
Cuando la obstrucción del epidídimo es en un solo lugar, es decir, no toma todo el tubo, el tratamiento aconsejable es la cirugía. En caso de que la inflamación o infección tomara toda la extensión del epidídimo o del conducto deferente, no habrá posibilidades de curación con la cirugía. Este tipo de operaciones se debe realizar con lupa o microscopio operatorio y utilizando hilos para suturar que son tan delgados como un pelo.
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